sábado, 29 de noviembre de 2014
La importancia de la educación inclusiva
El Ministerio de Educación de la Nación va a generar acciones para “pensar la educación para los próximos 10 años”. En ninguno de los puntos que se trataron estaba incluida la educación inclusiva.
Por Luis Bulit Goñi*
En toda política o acción institucional, hay etapas. El tema es que se asuma que estamos en una etapa intermedia hacia algo mejor y que no nos quedemos con lo que tenemos y que esto nos haga olvidar hacia donde vamos.
Sin duda, el que haya financiamiento específico a los apoyos a la educación inclusiva es bueno. El problema es que en lugar de que ese financiamiento, como sucede en cualquier país serio, venga del propio sistema educativo (ampliando o readecuando partidas, revisando la calidad del gasto, etc.).
En nuestro país estas prestaciones se financian desde un sistema que está pensado y diseñado para atender cuestiones de salud como es el de las obras sociales y prepagas, y estos efectores “razonan” los problemas desde esa perspectiva, la de salud. Por eso es que llegamos a la sinrazón de que, para autorizar la cobertura educativa se nos termina pidiendo un certificado o indicación médica… que es lo que sucede en la inmensa mayoría de los casos.
Son muchísimos los trabajos que señalan que el sistema de educación especial segregado es mucho más costoso que un buen sistema de educación inclusivo (van Steendlandt, Heagerty ambos para UNESCO, Peters para el Banco Mundial, Echeita o Stainback en sus libros, para citar algunos).
El financiamiento “externo” al sistema educativo, además de los problemas que acarrea por lo ya dicho (se “razona” desde el sistema de salud), acarrea otro que no es menor: le quita “presión” al sistema educativo… fomenta el pensamiento de que la inclusión es un tema “de expertos” (sobre todo del área de salud) y no “nuestro” (de los directivos, escuelas y docentes tanto de común como de especial). Incluso, desde lo instrumental, esa forma de financiamiento promueve que cada alumno (que tiene su propia obra social, su propia fuente de financiamiento en consecuencia) tenga “su” apoyo… ¿y qué hay del cambio general de la escuela? ¿Qué hay con los que no tienen esa cobertura? ¿Qué hay de los que no tienen un “diagnóstico”? ¿No hay inclusión para ellos?… ¿termina la inclusión cuando egresa “ese” alumno con apoyos y financiamiento?…
Todos sabemos que el modelo de inclusión educativa no se asienta sobre la figura del “maestro integrador” o “maestro sombra” como un apoyo “al alumno” como una cuestión general (aunque si puede ser, en parte, en determinado momento, o para determinado alumno) sino que la inclusión se basa en equipos interdisciplinarios apoyando a los docentes de aula para atender a la diversidad -Emilio Ruiz Boletín de ASDRA 2010- el libro de Echeita “Educación para la inclusión”-; como así también a toda la comunidad escolar (directivos, alumnos, docentes, otros padres, etc). Obviamente que es preferible esta situación actual a aquella en la que no haya ni financiamiento externo ni revisión profunda de la educación. Pero eso no sólo no nos tiene que conformar, sino que también nos debe advertir del peligro que nos hace correr a todos… y es el peligro de que se profundice el modelo médico, que retrocedamos en la implementación del modelo social y de la escuela inclusiva.
También tengo en claro que, con el actual sistema, y aún con problemones, quienes logran la prestación educativa “zafan” del problema… solucionaron “su” problema… pero ¿lo solucionaron de verdad?… y si pierden la prestación? ¿Es verdaderamente “inclusión” el que su hijo vaya al colegio “dependiendo” de la maestra integradora vaya, sea buena, esté comprometida, los demás docentes estén de acuerdo…?… Por eso es que conformarse con que haya “soluciones” para la transición… no es lo correcto, porque esa transición se asemeja mucho a “transigir”… y porque puede ser “para siempre”.
* EducacionInclusivaPro24@gruposyahoo.com
Cuando comencé a involucrarme en la lucha por los derechos de la personas con discapacidad, hace 23 años, y aún hoy, se que muchos de los cambios por los que lucho ni los veré ni los disfrutarán mi hijo y sus amigos de aquél entonces… No lo aplico a mi, pero recuerdo un dicho que nos enseña mucho: “Sabio es aquél que planta un árbol bajo cuya sombra nunca habrá de sentarse…”.
Creo que cada uno debe buscar y diseñar su propia estrategia…El cambio por la educación inclusiva ha de darse tanto “de arriba hacia abajo”, es decir, desde las máximas autoridades a la más remota de las aulas… como desde “abajo hacia arriba”… La influencia sobre el “sistema educativo” debe hacerse en todos los planos y en todas las instancias.
Ambas estrategias son válidas y necesarias, no se excluyen, y deben desarrollarse en forma simultánea. Lo verdaderamente importante es que todos tengamos en cuenta qué significa educación inclusiva tanto en lo teórico como en lo estrictamente práctico e instrumental, y que luchemos por lo mismo. Esto, lamentablemente, muchas veces no sucede… veamos: Peleamos por la cobertura de las obras sociales, pero no cuestionamos “el modelo”. Que claramente implica una intromisión de “lo médico” en lo que es o debería ser estrictamente “educativo”… En fin, el camino es largo…
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La educación inclusiva, este enfoque es importante porque atiende al desarrollo de un sistema educativo, ya que defiende que no se puede segregar a ninguna persona como consecuencia de su discapacidad o diferencia de aprendizaje, genero o pertenencia a una minoría étnica y para alcanzarla como para sostenerla se quiere de dominio técnico y de competencia cognitiva por parte de todos los sectores de un país.
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