Educación inclusiva en América Latina y el
En América Latina la inclusión se suele asociar a los estudiantes con necesidades
educativas especiales, aunque en las leyes de educación más recientes se está
adoptando una visión más amplia que abarca a otros grupos en situación de desventaja
educativa y social. Es también frecuente que se asimile el paradigma de la educación
inclusiva con el de integración, cuando se trata de dos enfoques y miradas distintas que
conducen a políticas y prácticas educativas diferentes.
Según la UNESCO (2009) la educación inclusiva es un proceso orientado a responder
a la diversidad de necesidades de todos los estudiantes incrementando su participación
en el aprendizaje, la cultura y las comunidades y reduciendo y eliminando la exclusión en
y desde la educación. Aspira a lograr una educación de calidad para todos asegurando
el pleno acceso y permanencia, la participación y los logros de aprendizaje, con especial
énfasis en aquellos que, por diferentes razones, están excluidos o en riesgo de ser
marginados, constituyendo un impulso fundamental para avanzar en la agenda de
Educación para Todos (Booth y Ainscow 2004).
El acceso a la escuela, u otras modalidades de aprendizaje, es un primer paso del
derecho a la educación pero su pleno ejercicio requiere que esta sea de calidad
promoviendo el desarrollo integral y aprendizaje de cada persona y la construcción de
su propia identidad. Muchos estudiantes están incluidos en la escuela pero no tienen
una plena participación en el currículo ni en las actividades educativas, o están excluidos
del aprendizaje porque reciben una educación de menor calidad y poco pertinente a sus
necesidades y características.
El foco de atención de la inclusión es más amplio y de naturaleza distinta al de la
integración. En esta última los estudiantes se tienen que “asimilar” a la escolarización
disponible (currículo, métodos, valores y normas), independientemente de su lengua
materna, cultura, o características individuales y las acciones se centran sobre todo en
los alumnos para que “encajen en el sistema” —adaptaciones curriculares, materiales
específicos— (Blanco 2008 a). En la inclusión, por el contrario, las acciones se orientan
a transformar los sistemas educativos y la cultura, organización y prácticas de las
escuelas para que puedan acoger a todos, y no solo a cierto tipo de estudiantes, y dar
respuesta a sus necesidades de aprendizaje.
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